Ida y vuelta al Cielo

Ida y vuelta al Cielo

by Mary C. Neal
Ida y vuelta al Cielo

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by Mary C. Neal

eBook

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Overview

Un accidente durante una aventura en Sudamérica conduce a una mujer al Cielo —donde experimenta la paz, la alegría y los ángeles— y de regreso a la vida. En 1999, la Dra. Mary Neal, cirujana ortopédica, esposa y madre, se ahogó durante un accidente de kayak en Chile. Al caer de una cascada, su kayak quedó atrapado en el fondo y ella quedó totalmente sumergida. A pesar de los esfuerzos de sus compañeros, Mary permaneció bajo el agua demasiado tiempo y murió. Ida y vuelta al Cielo es la extraordinaria y verdadera historia del posterior viaje espiritual de Mary y de lo que le sucedió al ir de la muerte a la vida eterna y de regreso a la vida. Al detallar sus sentimientos y su entorno en el Cielo, su comunicación con los ángeles y la profunda tristeza que sintió cuando se dio cuenta de que su momento aún no había llegado, Mary comparte con nosotros la cautivadora experiencia de este milagro. Desde entonces, la vida de Mary ha cambiado para siempre gracias a su recién descubierta comprensión de su propósito en la tierra, su conciencia de Dios, su relación más cercana con Jesús y la realización de su propio viaje espiritual. Ida y vuelta al Cielo te pondrá en contacto nuevamente con la esperanza, la maravilla y la promesa del Cielo, al tiempo que enriquecerá tu propia fe y tu recorrido junto a Dios.


Product Details

ISBN-13: 9780345804938
Publisher: VINTAGE ESPAÑOL
Publication date: 12/18/2012
Sold by: PENGUIN RANDOM HOUSE GRUPO EDITORIAL
Format: eBook
Pages: 240
File size: 3 MB
Language: Spanish

About the Author

La Dra. Mary C. Neal es cirujana ortopédica. Estudió en la Escuela de Medicina de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), terminó su residencia ortopédica en la Universidad del Sur de California (USC) y es especialista en cirugía de la columna vertebral. Fue directora de cirugía de la columna en la USC y es socia fundadora de Orthopedic Associates of Jackson Hole. Su experiencia de vida después de la muerte ha sido comentada en medios nacionales como WGN, Dr. Oz y Fox and Friends. Ha trabajado como líder de su iglesia, en las juntas de varias organizaciones sin ánimo de lucro y creó el Willie Neal Environmental Awareness Fund, fondo dedicado a la conciencia del medio ambiente. La Dra. Neal vive con su familia en Jackson Hole, WY.

Read an Excerpt

Prólogo
 
“Las cosas mejores y más hermosas de este mundo no pueden verse o siquiera oírse, pero deben sentirse con el corazón”. —Helen Keller

Dios y sus mensajeros angélicos están presentes y activos en nuestro mundo actual, y tanto su participación como su intervención son ordinarias por su frecuencia, y extraordinarias por su naturaleza. Pese a haber llevado una vida que considero muy normal, he tenido el privilegio de sentir la presencia de Dios de forma visible y muy tangible. Una de esas experiencias comenzó el 14 de enero de 1999, cuando estaba de vacaciones en Sudámerica con mi esposo. El kayak en el que yo navegaba se dio vuelta. Quedé atrapada bajo el agua y me ahogué. Morí y fui al Cielo. Después de una breve permanencia, fui devuelta a mi cuerpo y egresé a mi vida terrenal con las dos piernas destrozadas y graves problemas pulmonares. Estuve hospitalizada durante más de un mes, confinada a una silla de ruedas por aún más tiempo, y no pude volver a asumir la práctica de cirugía ortopédica durante más de seis meses.
 
Muchos han descrito mi accidente como terrible y trágico. Yo lo describo como uno de los regalos más grandes que he recibido. La serie de eventos relacionados con mi accidente y recuperación fueron milagrosos. No solo tuve el privilegio de conocer el paraíso, sino que continué sintiendo la intensidad del mundo de Dios y conversé con Jesús varias veces durante las semanas que siguieron a mi regreso.
 
Gracias a estas experiencias, pude comprender muchos de los misterios importantes de la vida, como: “¿Qué sucede cuando morimos?”, “¿Por qué estamos aquí?” y “¿Por qué suceden cosas malas a personas buenas?”. También comprendí lo que dijo el discípulo Pablo en 1 Corintios 13, que entre la fe, la esperanza y el amor, el más perdurable es el amor. Para entonces ya tenía razones para creer en milagros, pero el haber viajado al Cielo y vuelto a la vida transformó mi fe en certeza y mi esperanza en realidad. Mi amor siguió igual y eterno.
 
Una de las muchas razones de mi regreso a este mundo fue para poder contar mi historia a otros, y ayudarles a encontrar su camino de vuelta hacia Dios. Durante el comienzo de mi recuperación, me invitaron a contar mi historia a pequeños grupos en mi comunidad, y esas personas compartieron mi historia con sus amigos y parientes. Luego empezó a difundirse en muchos lugares del país, y a menudo me hablaron del profundo impacto que mi historia había tenido en las vidas de las personas que la habían escuchado. Al compartirla, me di cuenta de que mi historia realmente no es solo mía, sino que le pertenece a Dios y debe ser compartida. Ha ayudado a mucha gente a perder el temor a la muerte y desear llevar una vida plena y llena de signifi cado. Mi historia ha profundizado la fe de las personas y les ha dado esperanzas para el futuro.
 
NOBLESSE OBLIGE: CON EL PRIVILEGIO VIENE LA RESPONSABILIDAD
 
Dios no nos da una lámpara para que la escondamos debajo de una cesta o una cama. Él nos da a cada uno una lámpara para permitirnos iluminar el mundo. La luz siempre disipa el vacío y la oscuridad. Por ello sentí que aun si una sola persona se acercara a Dios al leer mi historia, valdría la pena haberla escrito.
 
Así comencé a anotar todas mis observaciones y experiencias.
 
Lo que no sabía mientras trabajaba para terminar el manuscrito es que en la sensación de urgencia que me impulsaba a completarlo, también estaba la mano de Dios. Porque sucede que la historia no terminaba allí…
 
Introducción
 
“Oye, oh Dios, mi clamor; atiende mi oración. Desde los confines de la tierra te invoco, cuando mi corazón desmaya. Condúceme a la roca que es más alta que yo”. —Salmo 61:1- 2 (LBLA)
 
La lluvia del día anterior había saturado la angosta carretera en las remotas montañas de México. Estaba por caer la noche y todavía estábamos a varias horas de distancia de la autopista principal cuando nuestro viejo camión resbaló del camino e inmediatamente se hundió en el espeso lodo que formaba el arcén de la carretera. Nuestro grupo de viajeros consistía en una pareja de misioneros, un adolescente, un bebé y yo, que entonces tenía quince años. Las ruedas de nuestro camión no podían avanzar por el terreno, y pronto todo el vehículo estaba sumergido hasta los ejes. Nuestra angustia aumentó rápidamente, ya que sabíamos que sería una tarea casi imposible liberar las ruedas del camión. Sería igualmente imposible caminar hasta un lugar donde pudiéramos encontrar ayuda.
 
No estábamos preparados para un retraso como ese. El bebé necesitaría alimentos y al caer la noche la temperatura bajaría considerablemente. Debíamos poner el camión de nuevo en funcionamiento con urgencia, pues habíamos viajado por este remoto camino varias veces y nunca habíamos visto otro vehículo. Hicimos varios intentos de liberar las ruedas. La profundidad del lodo parecía no tener límites y nuestros esfuerzos resultaban vanos. Mientras trabajábamos, comenzamos a orar con gran fervor, pidiendo específicamente a Dios que “pusiera roca debajo de nosotros” lo antes posible.
 
Apenas habíamos emitido esas palabras cuando nos sorprendió ver una vieja camioneta que avanzaba por el camino. El conductor se había equivocado de dirección e intentaba encontrar el camino a la autopista principal. Cuando le explicamos nuestro problema, se ofreció gentilmente a llevarnos a la ciudad. La cabina era demasiado pequeña para todos, pero subimos felices a la parte trasera y, riendo, nos acomodamos entre su cargamento… de rocas. Ver las rocas nos llenó de dicha: nuestras oraciones habían sido escuchadas.
 
¿Fue esta la respuesta a nuestro específi co ruego? ¿Es que Dios, aunque con cierto sentido de humor, intervino en nuestras vidas y respondió a nuestras oraciones? ¿Sería el camionero un ángel u otro mensajero de Dios? ¿Fue esto un milagro? Tal vez fue solo suerte o coincidencia. Una coincidencia se define como “una incidencia accidental de eventos que parecen estar vinculados”. Y suerte es “una fuerza que trae buena fortuna o adversidad”. Personalmente, yo llamo a eso un milagro: un “evento que es considerado una obra de Dios”.
 
La Biblia describe varias situaciones en las que Dios envía a sus ángeles para brindar ayuda a quienes la necesitan; a menudo en momentos de agitación, en situaciones que ponen la vida en peligro o en el momento de la muerte. Los milagros parecen ser universales y son reportados por católicos, protestantes, musulmanes e hindúes. El Corán describe un milagro como “una intervención sobrenatural en la vida de un ser humano”. La Iglesia Católica los describe como “obras de Dios”, usualmente con un propósito específi co, tal como la conversión de una persona a la fe. El Merriam-Webster Collegiate Dictionary define un milagro como “un evento extraordinario donde se manifiesta la intervención divina”.
 
Los cínicos aducen que los milagros van contra las leyes de la naturaleza y que, por lo tanto, no pueden ocurrir. Pero descritos por otros que creen, como yo, hay formas diferentes de percibir un milagro.
 
Situación Número 1
 
Una bola es lanzada desde una altura determinada y cae al
suelo. Obedece las leyes de la naturaleza.
 
Situación Número 2
 
Una bola es lanzada desde una altura determinada y cae al suelo. Una mano la atrapa. La bola nunca llega a tocar el suelo. La bola ha obedecido las leyes de la naturaleza, pero una mano ha intervenido. Si la mano hubiera sido de Dios, hubiéramos sido testigos de una intervención divina sin contrariar las leyes de la naturaleza.
 
Creo que Dios escuchó nuestro clamor desde ese remoto camino en México y decidió ayudarnos. Pese a que la respuesta no fue la que esperábamos, Dios respondió a nuestro pedido específico: puso roca debajo de nosotros.
 
Como sucede a la mayor parte de las personas, a lo largo de los años he puesto en duda mi espiritualidad. Me he planteado la existencia de Dios, el papel de Dios en mi vida, me he preguntado por qué permite que ocurran tantas cosas malas y he dudado sobre la realidad de la vida después de la muerte. Pese a estas dudas, a partir de esta experiencia juvenil he sido testigo de innumerables casos de oraciones escuchadas e intervención divina. Morí ahogada mientras practicaba kayak durante unas vacaciones en América del Sur, y tuve el enorme placer, privilegio y regalo de ir al Cielo y regresar. Tuve la oportunidad de conversar con ángeles y hacerles preguntas. Aprendí mucho. Y gracias a esta aventura, también he tenido la oportunidad de escuchar a muchas otras personas describir sus propios encuentros espirituales y experiencias cercanas a la muerte. Generalmente comienzan sus relatos con la frase: “Nunca hablé de esto con otras personas, porque no pensé que me creerían, pero…”.
 
¿Está presente Dios en nuestro mundo actual? ¿Todavía ocurren milagros? ¿Realmente hay ángeles cerca de nosotros? ¿Cumple Dios con sus promesas? ¿Hay suficientes razones para vivir con fe? Creo que la respuesta a todas estas preguntas es un enérgico “sí”, y creo que ustedes llegarán a la misma conclusión cuando lean sobre los milagros que he visto y vivido.

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